SIGLO XX
GUIA DE CONTENIDOS EDAD CONTEMPORANEA N° 15
PROFESOR . MIGUEL VARGAS G.
TEMA:DESOLONIZACION EL DESPERTAR DE LOS
PUEBLOS
INTRODUCCIÓN
La historia de Chile y de los demás países de
América Latina se asemeja en gran medida a la de los pueblos de Asia y de
África. Este denominado "Tercer Mundo” experimentó cambios fundamentales
en el transcurso del siglo XX. En efecto, mientras las grandes potencias se
disputaban la hegemonía mundial, se produjo el despertar de los pueblos
colonizados de Asia y África. Las catástrofes de la primera mitad del siglo, y
luego la Guerra Fría revelaron a la gran mayoría de los países
subdesarrollados las profundas fisuras que existían en Occidente. Estas
debilidades de las que fueron otrora todopoderosas metrópolis europeas fueron
aprovechadas en muchas partes para iniciar exitosos procesos de liberación
nacional y sacudirse el yugo colonialista.
El mundo ya no sería el mismo tras el heroico y
agotador proceso de descolonización. En adelante, los países tercermundistas
comenzaron a determinar por sí mismos sus propios destinos, debiendo enfrentar
múltiples obstáculos y desafíos. Nuevos protagonismos irrumpieron así en
escena.
1. EL PROCESO DE
DESCOLONIZACIÓN
Una de las transformaciones más originales y vitales de la historia mundial del
siglo XX fue el proceso de descolonización, pues significó literalmente la
independencia de más de la mitad de la población mundial y un profundo
cuestionamiento a las prácticas colonialistas del siglo XIX. Después de la
Segunda Guerra, en medio de las tensiones de la Guerra Fría, los numerosos
pueblos de Asia y África, al igual que los de América casi un siglo y medio
antes, se independizaron de las antiguas metrópolis europeas, utilizando una
variedad de formas que incluyeron la lucha violenta y novedosos modos de
resistencia y movilización no violenta. En este proceso, los pueblos
redescubrieron sus identidades culturales y revitalizaron sus tradiciones. Su
irrupción en el mundo modificó las relaciones internacionales que ya no
pudieron ser monopolizadas por Occidente.
1.1 Los imperios coloniales
Históricamente, muchos
pueblos se han expandido y han impuesto su dominio a otros: romanos, mongoles,
incas, aztecas, españoles, portugueses e ingleses dieron muestras al respecto
durante siglos, colonizando vastas regiones e inculcando la obediencia a los
pueblos sometidos. En el reverso de la moneda, otros tantos han luchado por liberarse
de la opresión, como cartagineses, tlaxcaltecas, mapuches o los americanos que
protagonizaron la independencia de España.
El imperialismo como expansión económica y política
El mayor atractivo para un Estado o un pueblo que
se está expandiendo son las ventajas económicas que la
dominación implica. Tener acceso a productos valiosos (metales preciosos,
perlas, etc.), esclavos, alimentos y nuevos aromas (especias) constituye el
anzuelo de la expansión. Pero, por lo general, el imperialismo supone también
un control político oficial, que se expresa en la anexión
del territorio y el gobierno de los asuntos internos del país o pueblo
incorporado. Los vencidos pierden incluso su soberanía. Igualmente, tienden a
producirse otros fenómenos, como las migraciones y la síntesis
cultural. Ejemplo de ello es la España que surgió tras la
expulsión de los árabes y nuestra propia América Latina.
A partir de 1880,el imperialismo alcanzó ribetes inéditos, cuando las principales potencias europeas literalmente se repartieron el mundo. El móvil más poderoso fue la mera explotación económica del resto del planeta, con la justificación de la superioridad racial de Occidente. En este escenario, los pueblos colonizados solo fueron espectadores del saqueo de sus riquezas y del abuso de la mano de obra barata. Lo señaló explícitamente un célebre historiador francés, Ernest Renan, en 1871: La naturaleza ha hecho una raza de obreros, que es la raza china...; una raza de trabajadores de la tierra, que es la negra...; una raza de amos y soldados, que es la raza europea.
La resistencia al dominio
Los vastos imperios coloniales erigidos por los
europeos se loca1izaban sobre todo en África y Asia. Pero esto no ocurrió sin
resistencias. Los británicos, por ejemplo, vivieron en guerra
permanente, enfrentando violentas revueltas en Egipto (1882), Sudáfrica
(1880-81;1898-1902 y 1906), Rhodesia (1896) y Costa de Oro, hoy Ghana
(1878-79 y 1896-1900). En Sudán fueron expulsados en 1885, y solo lograron
recobrar esta posesión tras una ardua lucha entre 1896 y1898.
Los franceses enfrentaron rebeliones en
Argelia y Túnez (1881) y nunca lograron dominar del todo las regiones ubicadas
al sur del desierto del Sahara; en tanto que en Indochina hubo fuertes choques
con bandas armadas que se prolongaron hasta 1914.
La mayoría de los movimientos anti-occidentales se
nutrieron de antiguas tradiciones tribales y religiosas. Pero también hubo
casos donde, poco a poco, fue brotando un sentimiento nacionalista que otorgó
sentido y legitimidad a la resistencia de muchos pueblos asiáticos y africanos.
Así, en lugares como la India, Egipto, Túnez, Marruecos o Indochina,
el nacionalismo seria el antecedente directo de los
movimientos de liberación y el motor de la lucha anticolonial.
1.2 Antecedentes de la descolonización
Hacia finales de la Primera
Guerra Mundial, los imperios coloniales comenzaron a trastabillar y
debieron enfrentar cada vez mayores remezones. Los mayores perjudicados en los
años de la posguerra fueron los alemanes, que perdieron todas sus colonias a
manos de los vencedores, y el Imperio Turco-otomano, cuya disolución permitió
el surgimiento de buena parte de los Estados del Medio Oriente.
La guerra debilita a los imperios
Los cimientos de los imperios coloniales se vieron
sacudidos por una primera oleada descolonizadora después de la II
Guerra Mundial.
La guerra terminó por sepultar la imagen de
superioridad e invencibilidad que ostentaban las potencias imperialistas.
Sus colonias fueron testigos de las humillaciones
que habían sufrido algunas de estas potencias, como Inglaterra, Francia y
Holanda, que no pudieron hacer nada para contener el avance de las tropas
japonesas en el sudeste asiático.
Al mismo tiempo, escaseaban los recursos para poder
mantener las colonias, de manera que su vínculo con ellas se resintió
notoriamente.
Se fortalece la
idea emancipadora
Por otra parte, el nacionalismo recibió nuevos
impulsos, en la medida en que quedaban al descubierto las consecuencias
negativas de la dominación extranjera: el agotamiento de las materias primas,
el empeoramiento de las condiciones de vida de la población autóctona y los
propios abusos cometidos por colonos y militares."Descubrí que no tenía
derechos como hombre, porque era indio” expresó alguna vez Mohandas o Mahatma
Gandhi (1869-1948), el gran mentor de la independencia de la
India.
Las elites de muchos de los pueblos colonizados
jugaron un papel decisivo a la hora de promover una conciencia emancipadora en
sus territorios de origen. Los miembros de estas elites locales, que habían
estudiado en Europa o Estados Unidos, se fueron dando cuenta de la opresión de
que eran objeto sus compatriotas y buscarían los mecanismos para llevar a cabo
la acción liberadora. Formaron partidos políticos organizados
a imagen y semejanza de los que existían en las metrópolis, para conducir a sus
pueblos por la senda de la independencia y el respeto a su modo de vida.
Entre los precursores de este modelo estuvo
el Partido del Congreso, fundado en 1886 en la India.
Durante el período de entreguerras y bajo el liderazgo de Gandhi, se
comenzó a desarrollar una gran campaña de agitación contra el dominio
británico. Entre sus principios políticos y espirituales figuró la no
violencia o ahimsa (en sánscrito,'sin daño') y
la resistencia pasiva o Satyagraha frente
a la represión inglesa. Pronto Gandhi se convirtió en el máximo exponente de la
lucha por el autogobierno de la India, con un pensamiento que iluminó la
reivindicación de los derechos humanos con una sabiduría que provenía del
Oriente.
Las Naciones Unidas y el principio de
autodeterminación de los pueblos
El papel de la Organización de las
Naciones Unidas, tras la Segunda Guerra Mundial, fue otro elemento
que favoreció el éxito del proceso de descolonización. Entre los tres grandes
ideales formulados en su declaración de principios de 1945, figuraba la autodeterminación
de los pueblos. Si bien no se hicieron referencias explícitas sobre
este tema en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la
ONU no puso trabas a los países que se iban independizando para integrarse
a este organismo internacional.
En 1960, adoptó una resolución que enunciaba en
forma categórica el derecho a la autodeterminación, cuestión que sería
ratificada en los
Pactos Internacionales de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales y de Derechos Civiles y Políticos de 1966. Allí, la autodeterminación fue
elevada al rango de condición fundamental de los derechos humanos.
Las nuevas superpotencias: otras formas de dominio
Un último factor que coadyuvó a la primera oleada
descolonizadora fue la actitud de las nuevas superpotencias. En plena Primera
Guerra Mundial, el presidente de los Estados Unidos, Woodrow Wilson, había
planteado el principio de la autodeterminación nacional como uno de los pilares
básicos en que debía basarse la convivencia internacional una vez que acabara
el conflicto. Más adelante, Franklin D. Roosevelt dio una importante muestra de
la actitud estadounidense, cuando en 1946 concedió la independencia a su
colonia de Filipinas. En la URSS, en tanto, Lenin sostuvo la necesidad de
dar a los pueblos coloniales el derecho a independizarse y constituirse en
Estados. Más adelante, Stalin recalcó siempre en su propaganda el derecho delas
colonias a su autodeterminación y, de hecho, la liberación de las colonias fue
un ingrediente decisivo de su política exterior. A ambas potencias les
interesaba más tejer una red de apoyo político y militar, que intervenir
mediante los viejos procedimientos coloniales en otros países.
1.3 Los procesos de descolonización en Asia y
África
El proceso de descolonización que dio origen a más
de 80 nuevos Estados, se 1levó a cabo en los 20 años que siguieron al término
de la Segunda Guerra, en medio de las nuevas tensiones que trajo la
Guerra Fría y a través de etapas que implicaron la emancipación de Oriente
Medio y el sudeste asiático, en primer lugar, y luego, de África.
La variedad de formas que adquirió en cada caso,
dependió de las características culturales de los pueblos, del grado de
resistencia que opusieron al proceso las metrópolis, de la importancia
estratégica que tenía cada territorio para las nuevas potencias (Estados Unidos
y la URSS) y de la mayor o menor presencia de población de origen europeo
en las antiguas colonias.
Asia inicia el proceso de emancipación
En 1945, un solo Estado del sudeste asiático era
independiente, Siam, convertido en Tailandia en junio de
1939. Sin embargo, tras la Segunda Guerra Mundial la emancipación de
la región seria prácticamente total. Las victorias bélicas japonesas habían
demostrado la fragilidad de los imperios coloniales en esta zona y, una vez
derrotado ese país, los nacionalismos despertaron con mucha fuerza, concitando
el apoyo masivo de la población. Muchos pueblos asiáticos se pusieron en
movimiento para tomar las riendas de sus asuntos.
Entre 1945 y 1955, la India, Pakistán,
Birmania, Camboya, Laos, Vietnam, Siria, Indonesia, Malasia y Taiwán, entre
otros, consiguieron su autonomía. No hubo una modalidad única de descolonización;
la resistencia pacifica, patentada por los hindúes, se combinó con la violencia
que fue particularmente cruenta en Indochina, en especial en el caso de
Vietnam. Uno de los problemas que retrasó, y a veces empantanó el desarrollo
posterior de estos países fueron las divisiones internas. Este fue un fenómeno
muy parecido al que se había dado en América Latina tras la emancipación de
España.
India y la desobediencia civil
En la India, la independencia se venía
fraguando hacía ya un buen tiempo. En 1937, el Partido del Congreso, que
representaba a la mayoritaria población hindú, dominaba las asambleas locales
permitidas por la corona británica. La resistencia pasiva introducida por
Gandhi hizo que muchas personas perdieran el miedo y participaran en huelgas de
hambre, "sentadas" en la calle, boicotearan a los productos ingleses
o no pagaran los impuestos (desobediencia civil). La intensidad del movimiento
independentista de la India no pudo ser contenida por los ingleses,
presionados además en el frente interno por sectores que consideraban la
mantención de las colonias como una carga económica y militar muy pesada.
La retirada de los ingleses se llevó a cabo en
medio de violentos enfrentamientos entre los hindúes, liderados por Gandhi y
Jawaharlal Nehru (1889-1964), y los musulmanes, agrupados en una Liga dirigida
por Muhammad Alí Jinnah (1876-1948).
Los musulmanes no se quisieron convertir en una
minoría política y religiosa dentro de la India y reivindicaron la
formación de un país independiente.
Las negociaciones culminaron con la partición
del territorio en dos unidades políticas separadas: la India y
Pakistán. En agosto de 1947, se decretó finalmente la independencia de
ambos territorios con Nehru y Jinnah respectivamente como primeros mandatarios.
Vietnam y la resistencia armada
El otro caso emblemático de descolonización en Asia
fue el de Vietnam. Aquí también resultó decisivo el legado de la Segunda
Guerra Mundial, pues los japoneses habían liquidado la presencia francesa
en la región y en marzo de 1945 -con la derrota de los nipones- se había
proclamado la República Democrática de Vietnam. En
estos hechos sobresalió el liderazgo de Ho Chi Minh,
(1890-1969), fundador del Partido Comunista Indochino y luego conductor de las
fuerzas del Vietminh, que rechazaron una nueva arremetida francesa a partir de
1946. La guerra se prolongó hasta 1954, cuando Vietnam fue dividido en dos: el
Norte, con un sistema comunista presidido por Ho Chi Minh, y el Sur, que era
sostenido por los franceses, aunque su influencia fue paulatinamente sustituida
por la estadounidense.
África despierta
África reveló también un protagonismo histórico en
el siglo XX. Entre 1951 y1977, se constituyeron cuarenta y tres Estados
nacionales en este continente. El proceso de emancipación de la situación
colonial se hizo progresivamente, territorio por territorio.
La modalidad más común –especialmente en las
posesiones británicas-fue una etapa de autonomía que antecedió
a la definitiva independencia, obtenida en no pocos casos por vía
dela negociación con las debilitadas metrópolis europeas.
Los mayores problemas, incluido el derramamiento de
sangre, se registraron en las colonias que contaban con importantes minorías
blancas, como Kenia y el sudeste africano.
Las décadas del '50 y del '60 fueron las más agitadas por la descolonización.
En el norte de África, la oposición al gobierno francés se manifestó por medio
de actos de sabotaje, emboscadas y motines a partir de 1947.
En Argelia se conformó un Frente de Liberación Nacional, muy
celoso de sus tradiciones, el cual desde 1954 lanzó una ofensiva para lograr la
independencia de su país, mediante ataques coordinados a edificios públicos,
militares, puestos de policía e instalación de comunicaciones. También recurrió
deliberadamente al terrorismo. Las hostilidades, en las que intervinieron
400.000 militares franceses, culminaron en 1962 con nuevos reveses para ese
país europeo y con su retirada.
La reivindicación cultural y la organización de los
nuevos Estados
Los sucesos de Argelia, la derrota francesa en
Indochina y el triunfo de la política nacionalista del presidente
egipcio, Gamal Abdel Nasser (1918-1970), quien en 1956
logró el control del estratégico Canal de Suez -a pesar de las presiones de
potencias como Francia y Gran Bretaña-, infundieron grandes esperanzas a los
pueblos de las colonias africanas. El sentimiento nacional se propagó por todo
el continente, nutriéndose del panafricanismo (unión de
los países de África) que era promovido desde comienzos del siglo XX por los
líderes continentales.
La descolonización africana puso también sobre el
tapete la reivindicación cultural de sus pueblos. Esta quedó expresada en el
concepto de "Negritud" propuesto por el intelectual y poeta
senegalés Léopold Sédar Senghor (1906-2001), quien
buscaba recuperar la identidad perdida a raíz del influjo de las costumbres
implantadas por las metrópolis coloniales. Había que partir
cambiando el nombre a los países que se iban liberando, como en el
caso de la antigua Costa de Oro, rebautizada como Ghana.
Esta fue la primera colonia británica en lograr su independencia (en 1957) y
contó entre sus organizadores al popular Kwame Nkrumah (1909-1972).
La primera Conferencia de Estados Africanos
Independientes tuvo lugar precisamente en Ghana, en 1958. surgieron, asimismo,
organismos que abogaban por la unidad y la solidaridad entre los pueblos
africanos, como la Organización para la Unidad
Africana (OUA), fundada en 1963.
A finales de la década de los setenta, casi todo el
continente africano se había independizado. En total, junto a las ex-colonias
de Asia y Oceanía, más de ochenta naciones anteriormente sojuzgadas se
integraron a las Naciones Unidas en calidad de Estados soberanos. Esta enorme
transformación histórica tendría sus repercusiones en la política mundial,
marcada entonces por la Guerra Fría.
2. LOS CAMINOS DEL TERCER
MUNDO
Los pueblos de los países descolonizados
irrumpieron con todo en el escenario mundial.
Primero, porque mostraron al mundo la magnitud de
los problemas sociales, económicos y políticos que afectaban a más de la mitad
de la población del planeta y que habían permanecido ocultos bajo el régimen de
dominación colonial. Segundo, porque como naciones autónomas comenzaron a hacer
sentir su voz en el concierto mundial y a constituir organizaciones que
potenciaran sus demandas. Y tercero, porque el control de ciertas materias
primas clave permitió a algunos de ellos ejercer cierto poder y presionara las
potencias industrializadas.
2.1 Encarar el subdesarrollo
El tránsito de colonias a Estados independientes
planteó a los nuevos países el desafío de transformar su economía, crear una
institucionalidad y superar los enormes problemas sociales no solucionados y
muchas veces provocados por el dominio colonial. El subdesarrollo era el
panorama común y muchos de los nuevos países quedaron anclados en un estado
precario.
Problemas económicos
|
Problemas sociales
|
Problemas políticos
|
Predominio del sector
primario no modernizado
|
Alto crecimiento demográfico
|
Ausencia de un Estado Nacional
|
Escaso desarrollo industrial
|
Hambre
|
Imprecisión de los límites
entre los países
|
Baja renta per cápita
|
Elevados índices de mortalidad y desnutrición infantil
|
Conflictos internos
(interétnicos o religiosos)
|
Deficiente infraestructura
administrativa y vial
|
Baja esperanza de vida (32 años)
|
Tendencia al autoritarismo e
intervención militar en la política
|
Falta de mano de obra calificada
|
Reducida cobertura de
la salud y la educación
|
La difícil inserción de las nuevas economías
Los nacientes Estados tuvieron que reorganizar sus
economías coloniales, abasteciéndolas de los productos manufacturados a los que
se habían hecho dependientes, readecuando la infraestructura
productiva orientada a la extracción de materias primas y contando
con personal calificado para organizar este proceso. En la mayoría de los
países de África y de Asia, se mantuvo la estructura económica colonial y las
elites locales que tomaron el poder, cedieron el control de la explotación de
las materias primas a consorcios internacionales. Los países que mantuvieron el
control sobre sus materias primas tampoco se vieron beneficiados, pues su
precio tendió a la baja, mientras el de los productos manufacturados aumentó, provocando
un deterioro en el intercambio que no logró ser compensado por los constantes
aumentos de producción.
Por otra parte, para desarrollar otras áreas económicas, las ex-colonias requerían del apoyo financiero que ofrecían las superpotencias. Para obtenerlo, se hacía necesario definir una posición en la Guerra Fría. La Unión Soviética y Estados Unidos se opusieron en su momento a la mantención de los imperios coloniales, pero no dejaron de proyectar su influencia a través del condicionamiento de su ayuda financiera a la ubicación geoestratégica y a la actitud más o menos favorable del país que la solicitaba. Una vez que se recuperó la economía europea, los países de la región también otorgaron créditos, imponiendo una gran cantidad de condiciones a los solicitantes, las que aumentaban la distancia con las empobrecidas economías de los nuevos países.
La frustrada búsqueda de un nuevo orden económico
Este panorama que afectó y aún afecta a la mayoría
de los países africanos, asiáticos y latinoamericanos fortaleció la toma
de conciencia de identidad del Tercer Mundo y se tradujo en la
búsqueda de una posición común para abordar los dilemas que planteaba la vida
económica independiente. Desde la década de los '60, comenzó a debatirse la
necesidad de un nuevo orden económico internacional que evitara el aumento
de la brecha entre los países pobres y los países ricos, y a generar
agrupaciones de países y conferencias internacionales en torno al tema. A pesar
de que estas iniciativas se concretaron, no lograron los efectos esperados,
pues a partir de la crisis del petróleo, las desfavorables condiciones de
intercambio comercial entre los países pobres y los países ricos se agravaron y
estos últimos se vieron obligados a contraer préstamos para comprar los bienes
manufacturados que requerían sus economías.
Posteriormente, la crisis económica de los '80
aumentó aún más esta deuda. Los altos intereses de estos préstamos y el mal uso
que se les
dio en muchos países al destinarlos a un gasto militar excesivo o al ser malversados por gobernantes corruptos, más las sucesivas crisis de los '90 han llevado a la gran mayoría de los países del Tercer Mundo a una situación crítica a fines del siglo XX.
Nuevas realidades, nuevos
caminos
En el transcurso del medio siglo transcurrido desde el inicio de la descolonización y la irrupción del llamado Tercer Mundo, han surgido notables diferencias en este grupo de países. Algunos, como China y la India, han logrado un relativo crecimiento económico, al igual que otros, como Chile o México en Latinoamérica. También están los países petrolíferos favorecidos por el control de una materia prima estratégica. El caso más notable es el de los llamados tigres asiáticos o países de reciente industrialización (Corea del Sur, Singapur, Taiwán, y en una posición más retrasada, Malasia, Indonesia, Tailandia e incluso Filipinas) que en las últimas décadas han registrado un acelerado crecimiento. Estos países han recibido la irradiación de la poderosa economía japonesa y el apoyo de capitales extranjeros, combinado con una fuerte intervención estatal y una gran inversión en educación.
En el polo opuesto, se encuentra la mayoría que ha
visto estancarse o decrecer su economía. El caso más
extremo lo constituyen una cuarentena de países,
ubicados casi todos en la zona subsahariana, los cuales no han logrado superar
el umbral mínimo de pobreza (un dólar diario por
persona) y además han registrado tasas negativas de crecimiento por más de 20
años, en el período 1965-1989.
En la actualidad, las iniciativas de los países del
Tercer Mundo, destinadas a la búsqueda de un nuevo orden económico
internacional, se han visto debilitadas por el proceso de globalización
económica y por la formación de zonas económicas y mercados comunes, pues
varios países del Tercer Mundo han optado por la búsqueda de acuerdos
comerciales regionales o la implantación de modelos de desarrollo basados en la
transnacionalización de sus economías que anteponen a la búsqueda de un acuerdo
general de comercio entre los países pobres y los países ricos. En todo este
proceso, los países más pobres son los que se han visto más perjudicados,
quedando al margen de las nuevas tendencias.
Paz social y democracia: los conflictos que conmueven al mundo
La conformación de Estados que siguió al dominio
colonial tras el proceso de descolonización, planteó dos grandes desafíos:
integrar a la población en torno a un proyecto nacional y
crear una institucionalidad que asegurara su participación
democrática. Estas tareas se enfrentaron a las dificultades habituales
de los procesos de emancipación relacionadas con la falta de experiencia en el
gobierno democrático y con el hecho de que las fronteras de las antiguas colonias
se habían trazado arbitrariamente por parte de los funcionarios de las
metrópolis, sin respetar las divisiones étnicas preexistentes. Esta doble
situación condujo en muchos países al establecimiento de gobiernos autoritarios
apoyados por militares y a las rivalidades entre grupos étnicos o religiosos,
con violentos enfrentamientos. Así por ejemplo, los pueblos de los hutus y de
los tutsis, que ocupan territorios en Burundi y Ruanda, se vieron envueltos en
sangrientos conflictos entre las décadas de los '70 y los '90. Irak practicó el
genocidio sobre el pueblo kurdo desde 1986. Indios y pakistaníes, en tanto,
están enfrascados en una larga confrontación por la región de Cachemira,
ubicada en el límite de ambos países.
En la actualidad, 17 de los 20 conflictos armados existentes en el mundo se concentran en África y Asia, teniendo su origen en los problemas internos y externos heredados del colonialismo. No obstante esta situación, son muchos más los países que han logrado una institucionalidad estable y la superación de sus problemas fronterizos.
La demanda social
La irrupción de los pueblos de Asia y África a la vida independiente coincidió con la difusión de la televisión a nivel mundial. Desde entonces, los dramáticos problemas sociales que afectaban a la población de estos continentes fueron conocidos en el mundo entero. La innegable realidad que mostraban las imágenes motivó el surgimiento de movimientos sociales en pro de una mayor justicia social y de acciones de ayuda humanitaria. Esta clara conciencia social dio origen a una serie de organizaciones no gubernamentales y fortaleció la critica al sistema capitalista con el surgimiento de movimientos revolucionarios que, en el contexto de la Guerra Fría, agudizaron las tensiones entre las potencias y motivaron, por parte de Estados Unidos, tanto el desarrollo de programas de ayuda al Tercer Mundo, destinados a disminuir la tensión social, como al aumento de las medidas represivas y de control, a fin de evitar la propagación de gobiernos revolucionarios de inspiración marxista.
A pesar de los esfuerzos de los propios países por
superar sus condiciones de pobreza, durante las décadas de los '60 y los '70, y
el de los organismos internacionales que fueron en su ayuda, la mantención de
un desigual intercambio comercial entre las economías industrializadas y los
países del Tercer Mundo así como las sucesivas crisis económicas de las décadas
de los '80 y de los '90, se profundizó la brecha entre ambos grupos.
El hambre
La expresión más dramática de la pobreza es el
hambre que aún sigue rondando en regiones importantes de estos países.
La Organización de las Naciones Unidas
para la Agricultura y la Alimentación (FAO), informó en
1999 que durante la década del '90 había disminuido en 40 millones el número de
personas que padecían el hambre en los países en vías de desarrollo. Sin
embargo, el número de los hambrientos sigue siendo inaceptable: son 790 millones
de seres humanos, cifra que equivale a la suma de las poblaciones de
Norteamérica y Europa. Dos tercios de quienes sufren el hambre se encuentran en
Asia-Pacífico y otros tantos en África, donde las hambrunas han sido más
severas en zonas afectadas por guerras recientes o la agitación civil, como
Chad, el sur de Sudán, Etiopía, Mozambique y Somalia.
Según la Organización Internacional del
Trabajo (OIT), en 1999 había unos 250 millones de niños de 5 a 14
años que debían trabajar para subsistir y ayudar al sustento familiar. De
estos, un 61% lo hace en Asia y un 32% en África. Un porcentaje nada
despreciable de estos niños (entre 15% y 20%) ni siquiera recibe una paga y
debe conformarse con algo de comida. 120 millones de niños trabajan en jornada
completa, por lo que no pueden acudir a la escuela y menos, jugar.
Como podrás apreciar, los desafíos para salir del
subdesarrollo son muchos. Es de esperar que aquellos países más ricos, y que
por lo demás usufructuaron por largo tiempo de sus colonias, tiendan una mano a
los pueblos de Asia y África. Mientras eso sucede, los líderes del Tercer Mundo
han promovido diferentes iniciativas para resolver sus problemas.
2.2 La voz del Tercer Mundo
La descolonización y la creación de organizaciones
internacionales después de la Segunda Guerra significó que cientos de
pueblos pudieran expresarse en el concierto mundial, en foros y reuniones
internacionales. El intercambio de opiniones y experiencias entre los
representantes de los Estados contribuyó a la unificación de criterios y
posiciones de los países del Tercer mundo respecto de los problemas que los
aquejaban y frente a las potencias industrializadas. Dos aspectos fueron
centrales en este proceso: la posición frente a la Guerra Fría y el
problema del subdesarrollo.
El Tercer Mundo y la Guerra Fría
Un primer paso para aunar criterios entre los
nuevos Estados descolonizados se dio por iniciativa de cinco jefes de gobierno
asiáticos -los de Birmania, Ceilán, India, Indonesia y Pakistán-, quienes en
1955 convocaron a otros 25 países de Asia y África a una conferencia que se
celebró en la antigua capital de Indonesia, Bandung. Los gobiernos
afroasiáticos reunidos, que incluyeron también a Japón y China, hablaron por más
de mil millones de seres humanos, que constituían más de la mitad de la
población mundial.
Uno de los propósitos de esta reunión era también
la definición de una postura en relación a la Guerra Fría. Por
ello, se citó solo a países que no estaban aliados de uno u otro bloque.
América Latina no participó de este notable
encuentro, por haber suscrito una alianza estratégica con los Estados Unidos
-el Tratado Interamericano de Defensa Recíproca (TIAR)- en 1947. Entre los
asistentes en Bandung se percibieron tres tendencias: una proclive al mundo
occidental, apoyada por países como Japón, Filipinas, Tailandia, Turquía,
Pakistán, Líbano e Irak; otra con fuerte impronta comunista (China y Vietnam
del Norte), y una tercera estrictamente neutral, representada entre otros por
Afganistán, Birmania, Egipto, India, Indonesia y Siria.
En las discusiones sobresalió el liderazgo de
hombres como Nehru y Nkrumah, y se aprobó una "condena del colonialismo en
todas sus manifestaciones" y el "no alineamiento" en relación a
los dos bloques dominantes, como una especie de colchón protector de la paz y
la convivencia entre las naciones. Aunque la Conferencia de
Bandung no se tradujo en la creación de alguna organización
permanente, sirvió para demostrar que un nuevo actor había irrumpido en el
escenario mundial. Eran, según Léopold Sédar Senghor, "los pueblos de
color, los pobres del mundo”, los que por primera vez hicieron sentir su voz.
Se trató, en definitiva, de "la toma de conciencia por los pueblos de
color de su eminente dignidad" y "la muerte del complejo de
inferioridad”.
Los contactos entre los líderes de los países
subdesarrollados, enfrentados cada vez más a la Guerra Fría, prosiguieron
con un encuentro del egipcio Nasser, el indio Nehru y el yugoslavo Josip Broz
"Tito" al año siguiente. Allí confirmaron la voluntad del Tercer
Mundo de no inmiscuirse en las contiendas entre los dos bloques y avanzaron en
la formulación de los principios de no alineamiento y coexistencia
pacífica. Este profundo anhelo de paz, imprescindible para resolver los
problemas internos que golpeaban a las ex-colonias, culminó en 1961
con la Organización de Países No-Alineados. Su
objetivo era participar activamente en la política internacional, levantando la
bandera de los Derechos Humanos y la dignidad de los pueblos.
La organización del Tercer Mundo en torno a los
temas económicos
Una de las expresiones más claras de la nueva
conciencia de los pueblos del Tercer Mundo en torno a los problemas económicos
que los aquejaban, fue la aprobación en 1962 de la convocatoria a una Conferencia
sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) por parte de 77 países, a
pesar del voto en contra de las economías industrializadas. Tanto la
conferencia como el grupo de los 77 se hicieron
permanentes. El primero, aunque conserva su nombre, agrupa a más de 130 países
y la UNCTAD se ha convertido en órgano permanente de las Naciones
Unidas. En la primera conferencia llevada a cabo en 1964, se planteó la
necesidad de establecer un nuevo orden económico internacional, basado en la
nueva relación entre los países desarrollados y subdesarrollados que favorezca
el desarrollo económico de los países más pobres. Aunque el objetivo de esta
conferencia no se logró, la organización del grupo de los 77 y las sucesivas
conferencias de la UNCTAD, han contribuido a la discusión de temas
económicos y a la generación de relaciones de cooperación entre los países del
Tercer Mundo y de los países desarrollados hacia estos.
Un caso de integración: el mundo árabe
Los países de lengua árabe constituyen un claro
ejemplo de las posibilidades que tiene el Tercer Mundo para salvaguardar su
identidad y reforzar los vínculos recíprocos. En 1945, Egipto, Irak, Líbano,
Arabia Saudita, Siria, Jordania y Yemen decidieron un irse para coordinar sus
políticas y promover sus comunes intereses. Así surgió la denominada Liga
Árabe con sede en El Cairo, capital egipcia. Entre sus primeros
objetivos se contaba el logro de la independencia de todas las naciones árabes
que permanecían en una situación colonial y la negativa a que se estableciera
el Estado de Israel.
Con los años, y en la medida en que se fueron
integrando otros países (Argelia, Libia, Omán, Marruecos, Sudán, Túnez y los
Emiratos Árabes Unidos), se crearon dos consejos: uno conjunto de defensa y
otro económico. En estas instancias, donde los países miembros de la
Liga debaten sobre los temas de interés común y promueven programas de
cooperación en las esferas cultural, social y económica.
De hecho, aprobaron una Carta de Acción
Económica Conjunta, cuyo espíritu apunta hacia la integración económica
del mundo árabe. Se han impulsado, además, campañas de alfabetización y de
conservación del patrimonio cultural de los pueblos de lengua árabe.
Reforzando aún más la cooperación dentro del mundo
árabe, y particularmente entre los musulmanes, en 1971 se unieron 51 Estados
para conformar la Organización de la Conferencia
Islámica (OCI), con sede en Arabia Saudita.
2.3 David contra Goliat
Después de la Segunda Guerra Mundial, la
alta demanda del petróleo en el mercado mundial confirió a sus mayores
productores un poderío que utilizarían para mejorar la posición de sus países
en los intercambios internacionales.
En 1960, y como contrapeso a las grandes compañías
refinadoras de petróleo extranjeras, como la Royal-Dutch
Shell o la Standard Oil, 12 Estados (Argelia, Gabón, Indonesia, Irán,
Irak, Kuwait, Libia, Nigeria, Qatar, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y
Venezuela) formaron la Organización de Países Exportadores
de Petróleo (OPEP), que se ocuparía de coordinar las políticas
relativas al petróleo elaboradas por sus miembros y de controlar el precio del
crudo. Entre 1973 y 1974, por ejemplo, la OPEP decidió elevar el
costo del petróleo en casi un 400% para presionar a los aliados de Israel,
desatándose una violenta crisis económica internacional que golpeó
especialmente al mundo capitalista.
El alza en los precios del petróleo aumentó los
costos de la calefacción y de la producción de muchos bienes que requieren de
esta materia prima para su fabricación, como por ejemplo, los fertilizantes
químicos, los productos plásticos y farmacéuticos o las fibras sintéticas. Como
no todas las empresas podían producir con los precios más altos, hubo múltiples
quiebras y se acentuó el problema del desempleo. Desde entonces, se probó
también que la unión de los países del Tercer Mundo podía torcer la mano a los
Estados más ricos.
Hoy resulta imprescindible, reconocer al Tercer
mundo en todas sus dimensiones, acercándose a sus costumbres y tradiciones
culturales. Ya no basta con estudiar su evolución política o sus problemas
económicos y sociales -como el hambre y el SIDA-, sino que urge penetrar en sus
sabidurías ancestrales, para que, de frente al siglo XXI, reforcemos el diálogo
entre todas las civilizaciones para encarar los desafíos comunes a toda la humanidad.
Fuente “Ciencias Sociales” educación media IV. Lucía
Valencia, Daniel Palma, Ulises Cárcamo, Enrique Azúa. Edit. Santillana, 2002.
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