jueves, 27 de septiembre de 2018

La persecución comunista a los judíos en los países invadidos por la URSS

MATERIALES Y APUNTES


Antisemitismo en la URSS y el fallido 2º Holocausto
Semitism in the USSR and the failed 2nd Holocaust
La persecución comunista a los judíos en los países invadidos por la URSS

Communist persecution of the Jews in the countries invaded by the USSR


Iósif Stalin, concentrado poderes en torno a sí, planeó otra Gran Purga como la de 1937, para perpetuarse en el poder mucho más tiempo. Lo curioso es que en esta ocasión no se echaría la culpa ni a los seguidores del fallecido León Trotsky, ni a los socialistas revolucionarios. Los cabezas de turno serían los judíos, una raza a la que no tenía mucha simpatía, y que al culparlos sería fácil ganarse el favor de la población, muy antisemita en aquella época. Así pues se gestó en los salones del Kremlin la conspiración judeo-sionista que iba a derribar la Unión Soviética.
Antecedentes
Desde que los bolcheviques habían llegado al poder en la Unión Soviética, no dudaron en represaliar en distintas ocasiones a los judíos.
Durante la Guerra Civil Rusa (1917-1924), los bolcheviques fueron tolerantes con los judíos en las principales ciudades. Fuera de ellas la comunidad hebrea podía temer por su seguridad, no sólo por los nacionalistas ucranianos y del Ejército Blanco que cometieron pogromos, sino también por los comunistas que acusaban a los judíos de ser fundadores del capitalismo y por tanto debían morir. El Ejército Rojo masacró a numerosos judíos en Ucrania. Una de las matanzas más famosas fue la masacre de Smela en la que 107 judíos fueron asesinados, aunque igual de cruel fue la de Baranovichi con varios cientos de muertos.
También en la Guerra Polaco-Soviética el I Ejército de Caballería Soviético del general Semión Budiony se detuvo a asesinar judíos a medida que conquistaba aldeas en Polonia. Apróximadamente en todo el conflicto de la guerra contra los polacos, más la civil, unos 20.000 hebreros perecieron a manos de los pogromos bolcheviques.
II Guerra Mundial
La Segunda Guerra Mundial supuso nuevas masacres para los judíos por parte de las autoridades soviéticas. En Lituania se efectuaron las primeras deportaciones y en Estonia un total de 500 judíos fueron enviados a los campos de concentración y gulags de Siberia. Prácticamente todas las sinagogas de los países bálticos fueron clausuradas. También en Polonia, algunos cientos hebreos fueron entregados a la Alemania de Adolf Hitler, por aquel entonces aliada de la URSS, prácticas llevadas a cabo en la frontera, en las cuales colaboraban tanto la Gestapo como la NKVD soviética. Uno de los hechos más tristes fueron las decenas de familias judías que venían huyendo de los alemanes, a las que las tropas soviéticas prohibieron acceder y dejaron morir de hambre entre las alambradas de los dos países totalitarios, siendo incluso en algunos casos tiroteadas por francotiradores rusos.
Al estallar la Guerra del Este en 1941 que enfrentó a la URSS contra el Eje en la Segunda Guerra Mundial, los judíos sufrirían un auténtico infierno, no sólo por parte de los alemanes, sino también por parte de los rusos. Cuando se evacuaba la ciudad de Lviv ante la conquista inminente de los alemanes, los rusos antes de marcharse masacraron mediante fusilamientos a varios cientos de judíos.
Fue en este contexto, a pesar del mal trato dado por los soviéticos, cuando se fundó en Moscú el Comité Antifascista Judeo-Soviético dirigido por Salomón Mijoels. El objetivo de este organismo era defender a los judíos de la URSS de los alemanes y tener prevista en su ideología la fundación del Estado de Israel.
A medida que los soviéticos fueron ganando la guerra e invadieron Europa Oriental, el trato hacia los judíos no fue realmente bueno. Cuando se produjeron las liberaciones de diversos campos de concentración alemanes, algunos presos judíos fueron asesinados por sus liberadores y numerosas mujeres hebreas violadas por los rusos. Cosas así ocurrieron en Auschwitz, donde la “liberación” para muchos presos, se convirtió simplemente en el cambio de un invasor por otro nuevo.
La persecución comunista de judíos
Decenas de etnias e inmigrantes fueron exterminadas por la URSS durante la Segunda Guerra Mundial, pero los judíos hasta ese momento se habían salvado por tener un gran peso en países aliados de Rusia como el Imperio Británico o Estados Unidos. Pero finalizado el conflicto e iniciadas las hostilidades diplomaticas al otro lado del Telón de Acero, Stalin podía llevar a cabo su plan de acabar con esta raza y alargar su mandato alegandouna conspiración judía.
Uno de los primeros hechos que mostraron el boceto de Stalin respecto a los judíos fue cuando en 1945 se hizo efectiva la prohibición de hablar del Holocausto cometido durante la Segunda Guerra Mundial, así como la negativa de la URSS a reconocer los crímenes de los alemanes contra los judíos, alegando que las verdaderas víctimas habían sido los rusos y no los hebreos. Publicaciones como Libro Negro del poeta hebreo Peretz Markish que hacían referencia al Holocausto fueron prohibidas.
Fuera de Rusia, en la Polonia ocupada por los rusos, 327 judíos fueron asesinados por los comunistas en auténticos linchamientos callejeros. Lo mismo sucedió en Eslovaquia durante el Pogromo de Topolcany en el que se apaleó a 48 hebreos.
Al llegar 1947, el Comité Antifascista Judeo-Soviético fue ilegalizado por el Partido Comunista, siendo el líder Salomón Mijoels asesinado en un atentado en Misnk, además de ser todos sus miembros juzgados, de los cuales se ejecutó a 25 y a 100 se los deportó a gulags.
Todos los intelectuales judíos en Leningrado y Moscú fueron deportados a campos de concentracón: Periodistas, escritores, músicos, pintores, poetas… Se despidió a los judíos de todos los oficios de responsabilidad y se los prohibió acceder en el futuro. La prensa y en especial el diario Pravda ridiculizó a los hebreos, a los que presentaba como inferiores a los rusos y como un peligro público en la comunidad socialista.
<> en la URSS
La detención del comisario Víctor Abakumov y de otros altos dirigentes del Partido Comunista entre 1949 y 1952, supuso la base para la teoría de la <> que necesitaba Stalin. Abakumov fue acusado de gestar un golpe de Estado para derrocar a Stalin e imponer un gobierno sionista en la URSS dirigido por judíos. Al mismo tiempo saltó el escándalo de la “Conspiración de las Batas Blancas”, en la cual unos médicos judíos fueron señalados como asesinos mediante productos medicinales de importantes personalidades comunistas. Con todos estos sucesos la excusa para represaliar a los judíos estaba servida.
En 1952 la NKVD se lanzó a la persecución de los hebreos. Todo empezó con la expulsión de los rezagados judíos en los oficios más destacados y en la detención y deportación de todos aquellos hebreos con cargos importantes en la política o en el Partido Comunista. Un ejemplo fue la industria metalúrgica de automóviles de Stalino, en la que 13 judíos fueron asesinados por la NKVD. También en los territorios ocupados como Checoslovaquia, a 11 hebreos del Partido Comunista Checoslovaco se los ahorcó, entre ellos al secretario general Rudolf Slansky. Ni siquiera se salvaron mujeres hebreas como Aleksandra Poskrebyshev que resultó fusilada y Paulina Zhemchuzhina que fue deportada a Siberia.
Falla el 2º Holocausto
Fijado para el año 1953, se planeó la persecución y deportación de todos los judíos de la Unión Soviética hacia los campos de concentración y los gulags. Casi 1 millón de personas, hombres, mujeres y niños estaban en las listas negras. Para tal macabro plan se acondicionó un gran campo de muerte en Birobidzhan, símbolo de lo que debía ser el 2º Holocausto de los judíos en Europa.
Asombrosamente y por fortuna para millares de vidas, el 5 de Marzo de 1953, Iósif Stalin pereció de muerte natural. Aquel mismo mes estaba prevista la deportación de todos los judíos de la URSS, pero la muerte del líder soviético hizo que el plan se abortara. El azar quiso que por cuestión de un corto espacio de días el 2º Holocausto no se llevara a cabo.
Gracias al fallecimiento de Stalin, los judíos nunca fueron deportados. Aquella casualidad del destino probablemente salvó a 1 millón de vidas.
Bibliografía:Stéphane Courtois, El Libro Negro del Comunismo. “Capítulo 14. La última conspiración”, Ediciones B (2010), p.-323-332

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