Francia: El Frente
Nacional avanza en un terreno político desolado por la corrupción del
socialismo europeo
Los partidos
tradicionales, la prensa, los comentaristas oficiales, todo el establishment
francés sigue en estado de choque tras el lepenazo en las elecciones
europeas del 25 de mayo. Que las previsiones y los sondeos daban como
triunfador al Frente Nacional de Marine Le Pen era sabido. Pero la magnitud de
la catástrofe del gobernante Partido Socialista, de los ecologistas, del
centro-derecha y de la extrema izquierda dejan un panorama de ruina política
difícil de levantar, pues ninguno de los perdedores es capaz de plantear
soluciones concretas y diferenciadas a la crisis económica, industrial, social
y, sobre todo, sicológica que sufre el país.
En un primer momento, algunos voceros de
la elite intentaron minimizar la victoria del FN insistiendo en que se trata de
unos comicios europeos y no representan el sentir de los franceses con respecto
a las cuestiones internas del país. También se quiso insistir en que el
vencedor fue la abstención y no el partido considerado por la izquierda como
«la extrema derecha». Ciertamente, era difícil para muchos aceptar
que el Frente Nacional se llevó la mayoría de los votos de los jóvenes y de los
obreros de Francia.
Mientras Marine Le Pen intentaba sacar
partido de su victoria aunando fuerzas aliadas en el Parlamento de Bruselas,
sus rivales nacionales seguían obsesionados con el fantasma de las
presidenciales de 2017 y en cómo resistir, sin hundirse hasta entonces, al
empuje de su rival populista.
Hollande y el PSF, sin crédito
El Presidente socialista, François
Hollande, ha perdido no solo la adhesión de los ciudadanos- un 82 por
ciento está en contra de su gestión- sino que ha agotado su capacidad de
maniobra. Después de dos años de política errática, caracterizada por la subida
brutal de impuestos a las clases medias, Hollande se percató en enero de 2014
de que la recuperación económica y la lucha contra el paro – 10.5 por ciento –
no se podían hacer sin la colaboración de la empresa privada. Su autoconfesión
socialdemócrata, el abandono de las promesas izquierdistas y populistas de la
campaña de 2012 le han valido la desafección de la izquierda de la izquierda,
de sus ex aliados ecologistas y de la propia ala izquierda de su partido.
Manuel Valls, el recién nombrado Primer
Ministro en esa maniobra de cambio de dirección político-ideológica no ha
tenido mucho tiempo de juego para poder torcer la tedencia de desapego de la
ciudadanía hacia un gobierno incapaz de frenar la destrucción de puestos de
trabajo, la desindustrialización y la pérdida de imagen internacional de
Francia.
Hollande y Valls ya no pueden volver atrás
e intentar hacer una política económica más «de izquierdas» cuando se han
comprometido en un plan de ahorro del gasto público de más de 50.000 millones
de euros, y en una iniciativa de ayuda a las empresas de otros 30.000. En los
días previos a los comicios europeos, el gobierno prometió medidas económicas
para las familias más pobres. El gesto no tuvo reflejo en las urnas. El
gobierno socialista ha perdido la escucha de los ciudadanos de su país. Por
eso, buscan ahora utilizar su derrota para intentar que la solución a sus
problemas venga de Bruselas. Francia, el peor alumno europeo en el control de
los déficits, implora a sus socios comunitarios la flexibilidad, el perdón a
sus excesos y las inversiones masivas que el país no se puede permitir. En esas
condiciones, Hollande y su partido tienen hasta las presidenciales de 2017 una
perspectiva oscura, más próxima a un calvario que a una gestión reposada de la
crisis.
La derecha, pérdida y huérfana de líder
El centro-derecha, agrupado en el partido
Unión Por el Movimiento Popular (UMP), sale también muy malparado de las
elecciones europeas. Ha sido derrotado por el FN y ha profundizado la crisis de
liderazgo interno. Por si fuera poco, su secretario general, Jean-François
Copé, se ha visto obligado a dimitir, tras estar implicado en un escándalo de
facturas falsas por valor de decenas de millones de euros. Para muchos
ciudadanos, uno de los lemas del FN, «tous pourris», todos podridos,
refiriéndose a la corrupción de sufren los principales partidos franceses, se
volvía a hacer realidad.
Muchos en la derecha piden el retorno a la
escena política del ex-presidente Nicolas Sakozy, el auténtico líder de la UMP.
Pero el ex-mandatario es objeto de varias investigaciones judiciales que, de
aquí a 2017, sin duda se harán públicas para poner obstáculos a su candidatura.
Además, las diversas familias de la UMP (gaullistas, liberales y
democristianos) deberían unificar sus criterios para elaborar un programa que
les llevase sin temores a aplicar las reformas estructurales que Francia lleva
aplazando desde hace más de treinta años.
El panorama no es mejor en la extrema izquierda.
El Frente de Izquierda, los comunistas y las pequeñas formaciones trotskistas
han sido ignorados por un electorado que ya no cree en milagros. Obreros,
jóvenes, empleados e indignados, en general, prefieren la radicalidad del
Frente Nacional que las teorías del Siglo XIX.
Marine Le Pen: objetivo Presidencia
Esa radicalidad se traduce en el abandono
del euro y la recuperación de la soberanía económica e industrial nacional, en
el control de la inmigración y en la lucha contra el islamismo rampante en el
país, según el FN. Tanto el Frente Nacional como la extrema izquierda
consideran que las políticas de la Unión Europea son nefastas para Francia.
Pero Marine Le Pen y sus partidarios lo han sabido explotar mejor.
Con un gobierno socialdemócrata sin crédito
popular, una derecha sin líder ni prograna ideológico y una extrema izquierda
de atrezzo, el Frente Nacional se pavonea entre las ruinas del terremoto del 25
de mayo. Y, como sus rivales, piensa ya en la conquista de la Presidencia
dentro de tres años. Mucho tiempo, es cierto, para hacer cábalas, pero reducido
para enderezar la situación económica del país y muy escaso para
encontrar nuevos líderes y programas.
Luis Rivas, periodista. Ex corresponsal de
TVE en Moscú y Budapest. Dirigió los servicios informativos del canal de TV
europeo EuroNews. Vive en Francia desde hace más de 20 años.
Publicado en Ria Novosti