LA ERA DE UN GENERAL. : AGUSTO PINOCHET
(El mercurio diciembre 2006)
Revolución económica, y social y política
Fue claramente un hombre de inteligencia superior y con una enorme capacidad de trabajo. Su
acendrado amor por la Patria lo llevó siempre a analizar si lo que
hacía era bueno para Chile y para los
sectores más desvalidos de la
sociedad. Su gran capacidad para tomar decisiones rápidas fue atemperada por su sentido estratégico, que le indicó aguardar el momento propicio para deponer al gobierno de
la Unidad Popular. Este llegó cuando al
inmenso clamor popular se unieron las
asociaciones empresariales de la
producción y del comercio, junto a
todos los colegios profesionales y al
gremio del transporte que paralizó al país. Más importante aún fue el
acuerdo del Congreso que en agosto de 1973
declaró que el Presidente Allende se había salido reiteradamente de la Constitución.
Como Presidente de la Junta de Gobierno, el general Pinochet tuvo que
resolver cómo
afrontar la debacle económica, social y política
en que el gobierno de Allende había hundido al país.
Su inteligencia
analítica, su conocimiento profundo
de Chile y de su pueblo, geográfica y
psicológicamente, junto a la observación
de los efectos de las políticas económicas instauradas por la Unidad
Popular le permitieron captar rápidamente que en vez de producir para no importar —teoría cepalina de la
sustitución de importaciones— había que
importar para poder exportar
—teoría de las ventajas comparativas—.
Las consecuencias
lógicas de este nuevo modelo,
llamado
"Economía Social de Mercado" por
incorporar, además, a los mercados y a sus
precios como instrumento de
distribución eficiente de los
recursos productivos nacionales—
fueron la liberación de los precios,
la rebaja gradual, pero relativamente rápida de los aranceles aduaneros, hasta llegar a un nivel parejo de 10% (para poder bajar los aranceles al 10% fue necesario
que Chile se retirara del Pacto Andino en
1976. Desde entonces y hasta hoy,
éste ha sido imperante).
También fue necesario devaluar
la moneda nacional para que el tipo de
cambio real llegara al nivel de equilibrio correspondiente a las nuevas
condiciones.
Estas medidas produjeron una profunda
redistribución de los recursos productivos nacionales hacia las exportaciones, incentivadas por el mayor valor del tipo de cambio y los inmensos mercados
externos a los que Chile tuvo acceso gracias a su apertura unilateral al
comercio internacional. A su vez, aumentaron
las importaciones de bienes que
antes producíamos caros y de mala
calidad. El resultado fue un aumento
en cantidad y calidad que benefició
a todos los chilenos.
Consciente de la
imperiosa necesidad de atraer capitales externos, el gobierno aprobó por ley el Estatuto
de la Inversión Extranjera.
Éste consagró la igualdad de trato
para el inversionista
extranjero respecto al nacional. Garantizó la propiedad privada
de los capitales internados y la seguridad de que la tributación no podría aumentar
respecto del nivel imperante al momento de su ingreso.
La política social se basó
en la focalización del gasto en los efectivamente
pobres. El mapa de la pobreza
confeccionado por Odeplan descubrió que la mayoría de los
pobres quedaban al margen de las
llamadas políticas sociales. Estas se rediseñaron dando paso a la focalización
del gasto social hacia los verdaderamente
pobres. Se mejoró la atención hospitalaria con especial énfasis en las mujeres
embarazadas y los recién nacidos.
Gracias a estas medidas la mortalidad infantil bajó a casi la cuarta parte entre 1973 y 1989. Se
crearon las Isapres para que las personas de ingresos medios y altos
pudieran acceder a mejores niveles de
atención, desatochando así los hospitales públicos. Las AFP aumentaron el ahorro de los trabajadores y con ello ayudaron a crear un gran mercado de capitales con que financiar, en parte, el
desarrollo del país. Sirvieron también
para que las jubilaciones dependieran del propio esfuerzo y no de las influencias
políticas. La educación de descentralizó a
través de la municipalización de los colegios públicos. Los profesores pasaron a depender de su respectiva
municipalidad y debían negociar con
ella sus contratos de trabajo de acuerdo a las normas del Código del Trabajo. Los profesores que no cumplieran con los niveles de calidad
exigidos por los alcaldes podían ser
despedidos cumpliendo con las normas
de Código del Trabajo. Se permití también la creación de colegios privados gratuitos subvención dos —con un
monto por alumno similar al costo de un alumnos en los colegios públicos municipalizados— para establecer una
competencia que incentivara, s ambos, a mejorar la calidad de educación
en Chile.
También se estableció un sistema de desayunos y
almuerzos escolares para los alumnos pobres. Gracias a la libertad que se
dio para crear universidades privadas, el acceso de los jóvenes a la educación superior más que se ha cuadruplicado entre comienzos de los '80 y el presente.
La eficiencia tributaria y el control de la evasión mejoraron en forma importante con la
reforma que creó el Impuesto al
Valor Agregado (IVA), disminuyó
altas tasas de tributación y
moderó o eliminó tributos de alto
costo de administración comparados
con su rendimiento.
El Presidente
Pinochet era un hombre cálido y
afectivo y poseía un gran sentido del humor Desconfiado por naturaleza, preguntaba hasta que
se sentía seguro que había entendido
en toda su extensión el problema de que se tratase. De excelente memoria, ponía en aprietos a cualquiera que, con el transcurso del tiempo, cambiara alguna de sus
explicaciones. Por lo mismo, daba amplio acceso a s oído a los más variados personajes sin importar que fueran críticos o apoyadores de las medidas del Gobierno. Si algo parecía sensato, tomaba nota e interrogaba, rápidamente,
al ministro pertinente sobre el asunto en cuestión. De esta manera, todas las políticas del gobierno eran revisadas en
cualquier momento. Nunca
nadie ganaba una discusión para siempre.
El conflicto con Argentina por el rechazo de ésta al laudo arbitral de la Reina de
Inglaterra y por sus pretensiones
territoriales sobre islas
chilenas pudo terminar en una
guerra. Se sabe que ésta alcanzó a
estar acordada por el gobierno
argentino. El Presidente Pinochet, apoyado por sus excelentes asesores civiles y militares, desactivó el
conflicto sin ceder ni un milímetro de
los derechos de Chile. Su firmeza y prudencia desembocaron en la mediación del Papa Juan Pablo II
que articuló un tratado de paz
y amistad. ¡Qué graves daños
nos evitamos chilenos y
argentinos!
La Constitución aprobada por plebiscito en
1980 reformó profundamente el sistema
político. Al aprobar el sistema binominal obligó a los partidos a evitar la fragmentación que tanto contribuyó, en el
pasado, a la ingober-nabilidad del país. Así, incentivó la formación de dos
bloques que tienen diferencias internas, pero
que mantienen su unidad. Respetando la Constitución, el Presidente Pinochet convocó a elecciones en 1989, tras perder el plebiscito de 1988. Las elecciones se realizaron en un ambiente tranquilo y con
total transparencia y el Presidente aceptó el veredicto negativo del electorado,
entregando el mando en marzo de
1990.
El Presidente
Pinochet se adelantó por muchos años a innumerables países en el
reconocimiento de que la
libertad económica y la competencia liberaran enormes fuerzas de creatividad
en los empresarios y trabajadores de cualquier país del mundo. Es lo que ha
sucedido, y sigue sucediendo, en
Chile. Es lo que explica también por qué
los rasgos fundamentales del modelo han sido mantenidos por los
gobiernos de la Concer-tación desde 1990 a
la fecha.
La revolución económica, social y política que desencadenó el Presidente Pinochet es incontrovertible, como
los son sus resultados.
La historia que, para ser verdadera, sólo puede escribirse cuando han desaparecido
las pasiones, reconocerá en el
Presidente Pinochet al mejor estadista de Chile del siglo XX.
SERGIO DE CASTRO Ministro de Economía entre 1975 y1976. Ministro de Hacienda
entre1976 y 1982.
Responsabilidades compartidas
Las FF.AA.,
encabezadas por el General Pinochet, tuvieron el 11 de
septiembre de 1973 un apoyo inmensamente mayoritario de los chilenos. Su posterior gestión de gobierno, particularmente en lo relativo a las profundas modernizaciones llevadas a cabo en lo económico e institucional, vigentes en lo
esencial hasta ahora y con manifiestas proyecciones futuras, contó con un poderoso
respaldo ciudadano y con la directa
colaboración de políticos de derecha y de centro, pero sobre todo de destacados profesionales civiles, especialmente economistas.
El
masivo apoyo a la decisión
que las FF.AA. adoptaron el 11 de septiembre de 1973, y el respaldo a su gestión de gobierno,
tardaron en desgastara en el tiempo. Suele olvidarse que
en la redacción
de las partes substanciales más valiosas de
la Constitución del 80, has ahora vigentes, tales como bases de la
institucionalidad, derechos
y deberes constitucionales,
Tribunal Constitución autonomía
del Banco Central de
la Contraloría General, participaron
de la manera más destacada
constitucionalista democratacristianos
como don Alejandro Silva Bascuñán y Enrique Evans de la Cuadra Estos
distinguidos profesor sólo
abandonaron la Comisión Redactora
en 1976, precisamente
cuando el Gobierno Militar disolvió
el Partido Democracristiano y, además, inquietos por la demora en la restauración plena de la normalidad democrática.
Pero más que esa demora, fue el tema de los derechos humanos lo que deterioró la imagen del Gobierno Militar y arrastró dolorosas consecuencias humanas para el
general Pinochet , su familia, al enfrentarlo a procesos penales interminables, salvo por
una causal: la muerte del procesado.
Los procesos
penales contra el general Pinochet han terminado. Vivió para sufrirlos, mucho
más años que sus canaradas comandantes
en jefe de septiembre de 1973 y aun más que
muchos de sus subordinados de entonces. La
implacable cólera de las víctimas o de los familiares de los
caídos, pero más que eso, la evolución del derecho penal en el
mundo occidental a partir de los juicios de Nuremberg, debieron hacer predecible lo que se venía encima a partir de
la pérdida del poder
político. Someter a la justicia penal ordinaria el juzgamiento de la conducta de un jefe militar y jefe
de estado, que actuó no ahora, ni
dentro de los últimos quince o veinte años, sino hace tres
décadas, no ha podido
ser justo ni adecuado. Entre otras razones, porque conductas
de esa naturaleza nunca son
de una persona o de un número de personas
que puedan caber dentro de los márgenes de un proceso
penal, siempre inadecuado para juzgar a todo un sector
del país. Es decir, inadecuado para
juzgar políticamente.
El general Pinochet
encabezó, dirigió, condujo
con particular autoridad y don de
mando. Pero la responsabilidad de lo que hizo,
como la de todos los gobernantes, fue
compartida por quienes le
siguieron; es decir, en este caso, por una
parte substancial del pueblo chileno, entre los
cuales muchos pudieron influir para que,
en cuestiones como el manejo de
los derechos humanos, se hubiera
actuado de modo diferente.
Todo eso ahora ha
terminado. El general Pinochet murió cristianamente.
Ese tiene que ser el mejor consuelo para su familia.
Y, ojalá, también para quienes, cuando
gobernó, fueron sus
seguidores, y sientan que, al final de
sus días, lo dejaron solo.
RICARDO RIVADEHEIRA Ex presidente de Renovación Nacional, ex integrante de la Comisión Redactara de las Reformas a la Constitución
Una figura que excedió su tiempo
La imagen de los
grandes hombres suele
desbordar la capacidad de
perspectiva de sus contemporáneos. Hace algo más de dos mil años, Marco
Antonio debía defender la del recién
asesinado César de las detracciones
de sus conciudadanos ("el mal que los hombres hacen los sobrevive; su
bien es frecuentemente sepultado ¡unto a sus huesos").
Hace doscientos, la prensa francesa ("Le Moni-teur")
calificaba de "Monstruo" al
derrotado Bonaparte. Y hace poco más de
ciento sesenta, O'Higgins, nuestro hoy glorificarlo Libertador y Padre de la Patria, moría desterrado en Lima. En todos esos casos, el juicio definitivo de la historia fue finalmente más benévolo que el de sus contemporáneos.
Igual sucederá con Augusto Pinochet.
Sacó al país con bien de desafíos
gigantescos. La amenaza de guerra en el
norte, en 1973-74, obligaba a su
gobierno a reprimir con severidad a una guerrilla interna poderosa, como la marxista
(diez mil o más civiles en armas y trece mil
extranjeros, según Frei Montalva y Aylwin). Fue, sin embargo, derrotada con un saldo de caídos sorprendentemente
bajo (2.774 por la acción de las Fuerzas
Armadas y de Orden y 423 por la de la violencia extremista). Y gran parte de las bajas (2.244) ocurrió justamente en 1973 y 1974, después de lo cual el país se
pacificó.
Otra vez al borde de
la guerra por causas externas, en 1978 Pinochet condujo con pulso firme la defensa del territorio, que salvó
de la emergencia íntegra e intocado.
A la ruina económica heredada de la Unidad Popular se había sumado la crisis
del petróleo de 1973, con efectos devastadores. Pero ya en 1984 ambas eran superadas. Y el nuestro fue el
primer país la norteamericano en salir de la
nueva crisis de los '80.
La economía abierta, las privatizaciones, la reforma previsional, la
laboral y la n ñera fueron políticas suyas admiradas e imitadas. Pinochet "transformó
a Chile en la m floreciente economía de América
Latina" ("The Wall Stree Journal"), con alto crecimiento,
bajo desempleo y retroceso la pobreza. Bill Clinton lo llamo "la joya más preciada de la corona latinoamericana".
Su Constitución de 1980, aprobada
por el pueblo, le dio Pinochet un mandato adicional de ocho años, por lo cual no puede
ser llamado "dictadura” Y restableció
una democracia más sólida que la de 1973.
Pero "la
izquierda odia a Pinochet,
porque frustró el intento
de transformar a Chile en otra Cuba
y, en consecuencia, hizo de Chile una nación modelo de América Latina" ("The Wall Street Journal"). Sabedores de que después de su gobierno
sobrevendría una persecución ilegal e
inmisericorde de la izquierda, para privarlo
de su libertad y su patrimonio, admiradores de su obra, entre ellos míster Willíam Albritton, presidente del banco Rigg's, procuraron poner a salvo en el exterior parte de sus haberes. Muchos le hicieron donaciones. Pero izquierdistas norteamericanos aprovecharon la Patriótica Acción
derivada del atentado contra las
Torres Gemelas, para investigar esas cuentas, exagerando su monto .Con todo, como
dijera su abogado, Pablo Rodríguez, no hay un
solo centavo mal habido en ellas.
Almorzando con
amigos, entre los cuales me contaba, días antes de su muerte, nos declaró: "Juro por la memoria de mi madre que nunca gasté un peso que no me correspondiera".
Muchos se alejaron
de él cuando arreció la
campaña en su contra y algunos se sumaron a ella. Pero ninguno
es necesario para que Pinochet, más temprano que tarde, sea
reivindicado como el estadista chileno más importante y exitoso del siglo XX. Como
ha dicho el historiador Gonzalo Vial, hace poco, su figura es de aquellas que los norteamericanos describen como "larger than life", y la reivindicación de la misma parece ya comenzar.
HERMÓGENES PÉREZ DE ARCE Abogado,
periodista y ex diputado
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